A través del blog y a través de amigos, personas españolas se han puesto en contacto conmigo buscando saber "cómo está la situación por aquí" y preguntando si es buena idea para ellos hacer las maletas, dejarlo todo y mudarse a Dinamarca. Creo que es un poco el efecto producido por programas (que seguro que se os vienen rápido a la cabeza), donde todas las historias de emigrantes españoles se pintan de color de rosa y sólo salen los que se han quedado porque las cosas salieron bien (fuera por el motivo que fuera, en muchos casos la romántica historia de "es que conocí a mi marido/mujer mientras hacía el Erasmus"). Pero nadie cuenta la historia de los que se terminaron volviendo (o mudando a otro sitio) porque las cosas no terminaron como se esperaba. Creo que esa forma de plantear la emigración, ha hecho un poco de daño (opinión personal) pintándonos que todo está genial fuera de España y que allá donde vayas encontrarás trabajo y todo será mucho mejor que en España.
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La imagen de los emigrantes ha cambiado un poco desde los años 50 (foto tomada de esta página) |
Con esta entrada no quiero ser tachada de hipócrita. Sí, yo soy la primera que soy emigrante en otro país, y que me estoy intentando ganar la vida aquí. Creo que después del máster, estoy especializada en un campo de la ingeniería, que en España no goza de gran acogida y donde no hay tantas empresas del sector, como hay en Dinamarca (y en otros países como Alemania o Suiza). Pero cuento con la diferencia, de haber terminado un máster en una universidad del país, y estar haciendo el enorme esfuerzo de introducirme en la sociedad danesa, por ejemplo, utilizando horas de mi tiempo libre para estudiar el idioma. Además de ser Dinamarca un país donde puedes manejarte con el inglés (que es el único idioma, junto con el español en el que puedo defenderme perfectamente). De todas maneras, sea cual fueren los motivos, lo que
quiero destacar es que no siempre las cosas están mejor fuera. Idea que está muy metida en el pensamiento de muchos españoles.
Dicho esto,como ya introduje en otra entrada del blog anterior (hacer click
aquí), no todo es como lo pintan. La típica historia de "me vine aquí sin nada y me puse a trabajar de camarera y ahora me va genial" (muy de estos programas que he citado antes), no la veo tan posible en Dinamarca, por lo menos no en la actualidad. Y no quita que no haya escuchado dichas historias (por ejemplo en la cola de la puerta de embarque al volar a Madrid desde Copenhague o viceversa, o en tantos eventos donde nos terminamos juntando españoles "
expats").
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En algunos casos, es un poco como el cuento de la lechera (foto tomada de este blog, aunque el tema tenga poco que ver) |
Primero, la barrera del idioma. Sí, todo el mundo habla inglés (y por todo el mundo, me refiero a niños, ancianos, cajeras del super, dependientas de las tiendas...), en 2 años y medio nunca he tenido problema para entenderme en inglés con nadie. Pero (grande
PERO, en mayúsculas, negrita, cursiva y subrayado), no podemos olvidar que no es el idioma del país. En general, se exige que hables danés o por lo menos seas capaz de hacerte entender. Y no sólo se exige en las ofertas de empleo, se exige en la sociedad en general. En el caso laboral, siempre habrá alguien que sea capaz de hacer lo mismo que tú, y sea nativo. Y en el caso social, ¿no somos más afines a aquellas personas con las que podemos entendernos en nuestra propia lengua, bromear y expresar nuestros sentimientos? Pues lo mismo pasa aquí. A toda esa gente que me ha preguntado "
¿sería buena idea ir a Dinamarca y así practico inglés?" pues yo respondo con un
NO rotundo (en mayúsculas, negrita, cursiva y subrayado).
Otro motivo (y creo que es un motivo de peso) es que aquí no se puede vivir del aire (bueno ni aquí ni en ningún sitio, pero quizás en otros sitios se pueda ir tirando más fácilmente). Copenhague es una ciudad muy cara (transporte, alojamiento, comida...) y sin un trabajo o mucho dinero ahorrado, la estancia puede ser una pesadilla. Además, aunque seamos Europeos, no todo son facilidades para obtener el permiso de residencia y la tarjeta de seguridad social danesas (CPR) (hablé de estos dos papeles en otras entradas del blog, como
ésta). Y ni mencionemos la necesidad de encontrar un piso o habitación (uno de los temas más complicados en Dinamarca como comento en
ésta y
ésta entradas), donde puedas registrar tu dirección (es decir, tener acceso a la seguridad social danesa) ya que sin CPR, estarías residiendo ilegalmente en el país (y hablo desde la experiencia después de varias mudanzas, con sus correspondientes meses buscando piso, en menos de un año).
Además no olvidemos que, en general (y probablemente a muchos os sorprenda), la sociedad danesa es una sociedad bastante racista. Será porque es un país pequeño o porque las cosas les irán bien. Desconozco los motivos. Pero no todo el mundo es bienvenido. Recordemos que en las pasadas elecciones europeas (2014) el partido más votado en Dinamarca fue el más radical y racista hacia los extranjeros.
Con todo y con eso, poco más puedo decir. Yo sigo muy enamorada del país, empiezo a hacerme entender en el idioma y todavía no he perdido la esperanza de encontrar algo aquí (recordemos que el hecho de tener un título del país me permite acceder a una ayuda por desempleo con la que puedo sobrevivir en Copenhague). Y cualquier persona recién llegada (aunque sea europea), no gozará de esta ayuda. Pero son muchos (amigos y conocidos) los que se han quedado en el camino, y esos son los que no aparecen en los mencionados programas de televisión o las historias que nadie cuenta. Pero también quedamos muchos otros que todavía conservamos la esperanza...
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